Los vinos espumosos han pasado fronteras a través de los años hasta consolidarse hoy en día en los elementos claves en cualquier celebración y en el acompañamiento de mariscos, aperitivos o dulces. Y todo esto tiene su origen hace varios siglos…
La producción de los vinos espumosos comenzó en el siglo XVII, cuando un monje llamado Dom Pierre Pérignon plantó vides. También se le atribuye haber observado los vinos espumosos de Limoux y llevar el estilo a Champagne, región del noroeste de Francia, pero murió en 1715, antes de que comenzara cualquier producción comercial.
Ruinart, la casa de champán más antigua establecida, se fundó en 1729 y los documentos muestran que comenzó a enviar burbujas en 1764. El estilo ganó popularidad entre la nobleza francesa e inglesa.
En 1772 Madame Clicquot inventó el proceso de enigma para eliminar la levadura después de la fermentación secundaria, creando el método tradicional o méthode Champenoise para la elaboración de los vinos espumosos.
Mientras tanto en Prosecco, Italia, comenzaron a elaborar vinos espumosos al estilo col fondo o «con sedimento», al igual que el método ancestral, este vino del Véneto fue elaborado a partir de la uva nativa glera.
La invención del método Charmat en 1895 hizo que Prosecco fuera mucho más asequible de producir. Esta técnica dicta que los vinos se someten a una fermentación secundaria en un tanque presurizado, y luego se filtran y se embotellan bajo presión.
Vendimia de cava / Foto de DO CAVA
También en una finca familiar de Cataluña, España; la familia Raventós desde 1497 elaboró el primer vino espumoso con la segunda fermentación en botella, utilizando en todo momento uvas autóctonas de sus vides: Macabeu, Xarel·lo y Parellada y aplicando el método tradicional.
Es importante aclarar que los vinos espumosos en España se llaman Cava y es una Denominación de Origen Protegida supraautonómica de España.
Los primeros productores de vinos espumosos en Argentina importaron uva Pinot Noir a mediados de la década de 1890 para adaptarlo al terruño mendocino realizando su elaboración por el método tradicional de fermentación en botella y creando el primer espumante argentino: Champagne KALLES, elaborado por el francés Charles Kalles por Bodega Santa Ana.
En 1925 la bodega Trapiche elaboró con uvas blancas Chardonnay, Chenin y Ugni Blanc su primer vino espumoso argentino y durante las siguientes décadas comenzaron a unirse nuevas bodegas como Navarro Correas, Salentein, Lagarde, Rutini Wines, Chandon, Bianchi, etc.
Generalmente las uvas más utilizadas para la elaboración de vinos espumosos son Chardonnay y Pinot Noir, pero desde hace un tiempo ha comenzado a emplearse la cepa Viognier ya que proporciona vinos muy aromáticos con predominio de aroma a frutas maduras (melocotón, albaricoque), florales, complejos de buena estructura y gran calidad.